Categoría: ABC Coaching

“El cuerpo avisa cuando algo de lo que pensamos es bueno o malo para nuestra biología mediante indicadores somáticos que en general ignoramos.”

Recordemos que en el artículo anterior: «Saber vivir: activá tu potencial bioquímico», hablamos de Stella Maris Maruso, directora de la Fundación Salud y autora del libro  «El Laboratorio del alma», que nos permite descubrir cómo las emociones modifican nuestro sistema inmunológico y qué podemos hacer para fortalecer la salud.

Su metodología es la de la medicina mente-cuerpo y espíritu. Está basada en la psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI) que amalgama especialidades que trabajan en conjunto.

Robert Ader, el padre de la PNEI, que en 1974 reescribió el mapa biológico del organismo, explica, a modo de síntesis,que la PNEI “estudia la relación entre la psiquis, el sistema nervioso, el inmune y
el endocrino y ofrece los conceptos y los componentes para cambiar la forma en que las personas perciben el mundo”.

Maruso aclara que esta nueva rama de la ciencia muestra que la mente o la actividad del cerebro es la primera línea que tiene el cuerpo para defenderse de la enfermedad, el envejecimiento y la muerte. La interacción mente-cuerpo a nivel molecular, celular y del organismo impacta sobre la salud y la calidad de vida. Se inicia así una revolución en la concepción de lo humano.

Para Maruso las emociones se convierten en sustancias químicas, moléculas de información que influyen en el sistema neurológico, en el inmunológico y en otros mecanismos de sanación. Así, las actitudes, las creencias, los pensamientos, ponen en marcha mecanismos químicos capaces de formar internamente fármacos que pueden apaciguar enfermedades o estados mentales perturbados. Afirma que “las personas suelen ser dominadas por una mente que les impide convivir con integridad y las encarcela en un hábito psicológico.

Saber vivir en el que residen el pasado y el futuro encarnados en catástrofes imaginarias”. “Nuestros pensamientos –analiza- provocan reacciones químicas que llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones. Cuando aprendemos cómo se crean esos malos hábitos que nos condenan como tumbas instaladas en nuestro cerebro, podemos acabar con ellos, reprogramando y desarrollando nuestro cerebro para que aparezcan nuevos comportamientos. El cuerpo avisa cuando algo de lo que pensamos es bueno o malo para nuestra biología mediante indicadores somáticos que en general ignoramos”. Relata que cada ser humano puede estimular sustancias químicas específicas con ayuda de métodos personalizados capaces de movilizar el curso de la biología (estimulantes, antidepresivos, antibióticos, analgésicos). Es lo que ella denomina «El laboratorio interior, una farmacopea propia», el nombre de su último libro al que le antecede «El laboratorio del alma», obras en las que se leen historias de personas que a través del tratamiento que realizaron con el Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo (P.A.R.A) lograron resignificar su vida, despertar el potencial oculto, encontrar nuevos caminos, aceptar lo aparentemente inaceptable y continuar existiendo desde una esfera en la que el placer no quedó marginado, tampoco la felicidad.

“Para mí el milagro es la potencialidad. Lo nuestro es cómo despertar ese potencial. No decimos nada nuevo. Las personas que vienen están acompañadas por personal especializado para realizar el proceso que implica esfuerzo, trabajo, compromiso y deseo. Resulta fundamental ver las necesidades insatisfechas de esos individuos y las insatisfechas por la medicina. Nosotros no curamos –se apresura a decir para que nadie se ilusione y se confunda al llegar a la Fundación. Damos herramientas. El objetivo no es la curación, sino la sanación integral”. Cuenta que quienes logran transformarse son pacientes extraordinarios que se sumergen en el laboratorio de su alma como científicos, aprendiendo a usar la mente y el espíritu para influir en su enfermedad o dolor. Es el paciente quien debe encontrar el camino para su autodescubrimiento y transformación. “Tomamos lo negativo como positivo –sostiene- para mejorar el rumbo de la enfermedad, sanar vínculos, deseos contrariados y la percepción. Si podemos resignificar nuestra propia historia, evolucionamos, cambiamos nuestra biografía y, con ello, nuestra biología”. “Mi padre fue mi primer paciente extraordinario. A él le debo el haber nacido a una nueva percepción de la condición humana cuando tuvo que enfrentar un diagnóstico considerado terminal. Juntos poníamos en práctica todas las técnicas que yo iba aprendiendo. Y empezaba a obtener resultados insospechados. Cada vez estaba mejor. Fue él quien me demostró, con un ejemplo, que la espiritualidad podía sanar. Además de hacer una remisión total, sobrevivió 18 años a los supuestos dos meses que le quedaban de vida. No fue el cáncer lo que acabó con su vida, nunca más apareció en su cuerpo. Él se fue de este mundo por un problema cardíaco”.

Sostiene que la investigación del cerebro demostró que los procesos emocionales, así como los cognitivos, pueden explicarse por el funcionamiento combinado de hormonas y neuronas. Luego se refiere con dulzura al papel primordial del paciente en su sanación y en la curación; y en el caso de un cáncer, de la posible remisión. Para ella, la medicina tiene cuatro patas: la cirugía, los fármacos, los procedimientos y la actitud y el compromiso del paciente. Terapeuta de la esperanza, partera del alma, como suelen llamarla, para esta mujer que sufrió de parálisis hasta los diez años y que lleva tres décadas dedicándose a llevar adelante la tarea que desarrolla, invita a enfrentar la enfermedad u otros dolores y sus consecuencias emocionales; a no resignar el diagnóstico al pronóstico, a ocuparse de estrategias que construyen salud.

“La mayoría de nosotros, -continúa-, tendemos a considerar la enfermedad como una especie de falla mecánica corporal que requiere de “un mecánico debajo del capó” para reconectar los cables y reemplazar las partes. A esto le llamamos curación. En cambio la sanación es una cuestión de significado, no de mecánica, una respuesta integral que busca entender la experiencia de una enfermedad como parte esencial de la vida. Según este enfoque, el que se sana no es el paciente, sino la persona”.

Desde el P.A.R.A. atienden los diferentes niveles del ser: sus aspectos físicos, psicológicos, espirituales, sus relaciones, su entorno y las interrelaciones entre todos esos niveles.  “Estoy convencida de que honrar las raíces es honrar a la vida misma… una semilla “plantada” en el terreno de nuestras vidas cuando mi madre se enfermó. Lo aprendido en la Fundación permitió que su flor fuera visible y que tuviera el perfume de la armonía, de la intimidad, del encuentro sincero. Recibimos todas las herramientas de la inteligencia emocional y el sostén energético para poner en marcha los cambios que la vida nos pedía. Mi mamá aprendió a aceptar, a perdonar, a comprender, a escuchar, pero sobre todo aprendió a vivir hasta morir”

—Liliana Soto Romay: “Fue a través de las limitaciones físicas que me vinculé más profundamente con el arte. La pintura es algo que sentí desde siempre, pero creo que llegó cuando debía. Lo hizo en un momento en que mis manos empezaron a temblar. No podía usar el pincel, lo que no significaba que no podía pintar, sino que debía hacerlo con las posibilidades que tenía. Débora Rakover, mi maestra de pintura de la Fundación, me enseñó nuevas técnicas para que pudiera expresarme con libertad… la enfermedad ha sido una gran maestra. Estoy lejos de pensar: “Uy, tengo esclerosis múltiple, pobre de mí”. Creo que todos atravesamos por circunstancias que nos ponen a prueba en la vida”.

—Gabriel Laufer:  «los resultados del Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo (P.A.R.A.), entre ellos, remisiones de enfermedades y mejoramiento de la salud de pacientes graves, han despertado la atención de un grupo de científicos del Conicet, que acaba de comenzar un registro de este trabajo con vistas a demostrar bioquímicamente los efectos concretos sobre el organismo de factores emocionales y afectivos en tratamientos de cáncer, enfocándose específicamente en casos de cáncer de mama y ovarios. Para ello, aplicarán una moderna tecnología (microarrays) para determinar la expresión genética e identificar cuáles son los genes y las proteínas del sistema PnEI (Psiconeuroendocrinoinmunológico) responsables de este cambio “sanador”, inducido por el PARA.»

En http://fundacionsalud.org.ar/pdf/laboratorio_del_alma_womenshealtharg.pdf

 

La mente y el cuerpo están intrínsecamente ligados y su interacción ejerce a cada segundo una profunda influencia sobre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. Actitudes, hábitos y estados emocionales, desde el amor hasta la compasión, y desde el miedo hasta el resentimiento y la rabia, pueden desencadenar reacciones que afectan nuestra química interna optimizando o debilitando nuestro estado funcional.

Todos disponemos de un potencial bioquímico para crear salud y está en nuestras manos desarrollarlo. En un encuentro con Stella Maris
Maruso, autora de El laboratorio del alma, abordamos el tema de un nuevoparadigma en medicina: la psiconeuroendocrinoinmunología.
Desde la psiconeuroendocrinoinmunología, las neurociencias, la epigenética y la biología de las emociones y de las creencias, Stella Maris Maruso se propone llegar al corazón de la gente para compartir historias de sanación de muchos seres que mostraron el milagro de haber accionado su laboratorio interior,
logrando la sanación de una enfermedad considerada incurable para la medicina.

Su misión es ayudar a caminar sobre el fuego para no sentir que las brasas queman. Stella Maris Maruso amalgama tibieza y fortaleza en su trato, cuando relata la tarea que realizan en la Fundación Salud, ubicada en Esteban Echeverría, provincia de Buenos Aires. La pasión la invade y sus comentarios llegan hasta el alma de los que la escuchan. Captura la atención de tal manera que entre quienes la escuchan hasta pueden brotar las lágrimas.

Maruso, tanatóloga, discípula de la psiquiatra suiza Elisabeth Kubler Roos,
quien sentó las bases de los cuidados paliativos para que el enfermo afronte la muerte con serenidad, trabaja con seres que sufren profundamente. Se ocupa de mitigar el dolor, el alma lastimada por la desesperanza. Ayuda a bucear en caminos que aplaquen la angustia perturbadora de una enfermedad temida, de una discapacidad, de la muerte de un ser amado, de una de esas crisis que llevan a sentir el infierno.

Con un equipo multidisciplinario busca que quienes se acercan a la Fundación transformen el dolor y le resten valor y peso al miedo. Promueve la resignificación de cada situación insoportable, al proponer ver la vida, y lo que cada uno experimenta, desde un lugar más amigable para que los sentimientos dejen de corroer el alma y aniquilar la existencia que sigue latiendo a pesar de la adversidad.

“Frente al dolor –dice, todos somos iguales. Desde que comencé peleo contra los pronósticos condenatorios. Creo que cuando los médicos dan estos pronósticos crean desesperanza, y eso es duro porque los matan antes de tiempo.
La esperanza es la posibilidad de que algo pueda ocurrir. Carl Simonton, un oncólogo pionero por su visión psicosocial de la enfermedad, decía
que el poder más grande de un médico es el de la palabra. El médico
es la primera medicina”, comenta.
Y agrega que todos contamos con un enorme potencial para sanar las heridas del cuerpo y del alma, y hacia la búsqueda de ese potencial encamina su tarea. Con tres décadas de historia acompañando a quienes atraviesan crisis severas, se refiere a cómo la mente puede colaborar en el mantenimiento y en la recuperación de la salud, y resalta el valor de las emociones.

Stella Maris Maruso es tanatóloga, discípula de Elisabeth Kübler-Ross, terapeuta biopsicosocial. Conferencista internacional sobre el poder de autorregulación del cuerpoa través de la generación de drogas endógenas. Directora de la Fundación Salud, donde imparte seminarios sobre Inteligencia Emocional, Sanación Espiritual en Medicina y su Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo (P.A.R.A.) dedicado a personas con graves dolencias del cuerpo y delalma.
Ha asistido a más de 20.000 pacientes con cáncer y otras enfermedades.
Es autora de El Laboratorio del alma y El laboratorio interior (Ediciones B).

En http://fundacionsalud.org.ar/pdf/laboratorio_del_alma_womenshealtharg.pdf


» … Cuanto mayor es la compañía, más necesaria es la inteligencia de los ejecutivos para contribuir a la resolución de los problemas, que suelen venir acompañados de rupturas de la comunicación, y esto puede llevar mucho tiempo. Parece que cada incidente de este tipo es único. El ejecutivo emocionalmente inteligente puede acortar mucho este tiempo encontrando el sentimiento que se oculta detrás del problema, lo subyacente en el contexto. Ahí es donde resulta más fácil sacar a la luz el conflicto esencial. En este aspecto pueden resultar muy prácticas las dotes intuitivas del ejecutivo. El ejecutivo emocionalmente inteligente es capaz de llegar al corazón de la cuestión. Veremos un ejemplo contemporáneo en el caso de una organización muy conocida y con larga trayectoria. 

 

Después de vender con éxito durante casi 100 años un mismo producto invariable, Coca-Cola decidió cambiar las cosas. La fórmula secreta de la Coca-Cola no había cambiado nunca desde su invención en 1886, salvo en 1903, cuando se le eliminó una cantidad minúscula de cocaína. Pero en 1985, después de unas pruebas de mercado secretas realizadas sobre 190.000 consumidores, la dirección de Coca-Cola descubrió que una Nueva Coca-Cola más ligera y más dulce podría competir con mayor éxito con la Pepsi. 

 

Todos sabemos lo que sucedió después. Coca-Cola había cometido lo que quizá fuera la peor decisión de marketing desde que Ford presentó el modelo Edsel. Naturalmente,Coca-Cola fue capaz de reorganizarse y de convertir el aparente fracaso en lo que algunos consideran que fue una brillante operación de marketing: convirtió en publicidad gratuita la atención por parte de los medios de comunicación, al volver a ofrecer su producto primitivo bajo el nombre deCoca-Cola Clásica. La combinación de la Nueva Coca-Cola con la Coca-Cola Clásica significó una victoria sonada sobre el rival más próximo de Coca-Cola, Pepsi. 

 

Con independencia del resultado final, la poca precisión de las pruebas de consumo se debía a una falta de inteligencia emocional en este proyecto concreto, dentro de una compañía que tenía éxito en otros sentidos. Las pruebas de consumo estaban bien organizadas, pero les faltaba profundidad en el estudio del componente emocional. El consumidor estadounidense sentía un apego especial a laCoca-Cola, y en las pruebas no se consiguió captar este apego profundo. Aunque la Nueva Coca-Cola obtuviera mejores resultados en las pruebas de sabor, el abandono de la fórmula original no carecería de consecuencias emocionales. 

 

Según el presidente de Coca-ColaRoberto Goizueta, era como la muerte de un padre. ‘Sabes que estarás triste- decía-. Nunca sabes lo triste que estarás, cuán profunda será tu pena, hasta que se muere’. Si las pruebas de mercado hubieran estado dotadas de mayor inteligencia emocional, si se hubieran asomado a los sentimientos de los consumidores además de a sus papilas gustativas, podría haberse evitado aquel error monumental. 

 

Los fieles de la Coca-Cola se levantaron en armas ante esta decisión de marketing. Goizueta y sus compañeros tuvieron que reconocer su error ante los ataques públicos que recibían. Pero Goizueta supo reaccionar con rapidez y fue capaz de convertir el fracaso en éxito, bautizando el producto antiguo como Coca-Cola Clásica y ofreciéndolo al público además de a su nuevo hermano, la Nueva Coca-Cola

 

Roberto Goizueta, como ejecutivo emocionalmente inteligente, reaccionó con rapidez ante la caída del gráfico de ventas. Su reacción no sólo estuvo dotada de responsabilidad: también, cosa igualmente importante, fue sensible. En vez de adoptar una actitud defensiva, aceptó la nueva realidad y la integró en la curva de éxito constante deCoca-Cola

 

Una buena parte del éxito de Goizueta se debió a su capacidad para comunicarse tanto con su personal, que se vio atrapado en aquel fracaso de marketing, como con el público, a través de los medios de comunicación. Un ejecutivo de menor categoría tal vez se habría distanciado del área problemática y podría haber hecho el vacío a los medio de comunicación en una situación semejante de crisis; pero eso no fue lo que hizo Goizueta, experto en comprender las reacciones de los demás y en comunicarse con ellos teniendo presente este conocimiento. 

 

¿Cuál es la moraleja? Es fundamental integrar a todos los departamentos en un esfuerzo de equipo concertado para conseguir el mejor resultado posible. A partir del incidente de la Nueva Coca-Cola, la compañía ha invertido muchos esfuerzos con el fin de volverse más activa, y se ha convertido en una de las diez empresas con mejores resultados en los últimos años. 

 

Goizueta fue capaz de asumir la responsabilidad de cualquier problema y de aprovechar ventajosamente los errores aparentes. Participó directamente, se enfrentó con la realidad de los hechos tal como eran, y sin sufrir apenas una caída en las ventas, convirtió en milagro de marketing lo que podría haber sido un desastre bajo un liderazgo dotado de menos inteligencia emocional. Algunos estudiosos de marketing llegaron, incluso, a preguntarse si todo aquello no había sido más que un montaje intencionado. Goizueta afrontó el problema con valor y convirtió un fracaso aparente en éxito. 

 

Goizueta  estaba dotado de la capacidad de sacar lo mejor de los demás, de ayudarles a desarrollarse y a mejorar. Formaba a sus ejecutivos haciéndolos pasar por varios puestos para dotarlos de la experiencia que le parecería que necesitaban. Su interés sincero por los demás engendraba en los miembros de su personal un sentimiento profundo de lealtad. El fomentaba un sentimiento de sinceridad animando a los miembros de su personal a que fueran completamente francos con él. ‘Yo discutía con él constantemente’, cuenta su antiguo director financiero, Sam Ayoub. ‘Lo atrayente que tenía era que yo podía encerrarme a solas con él y decirle que no estaba de acuerdo con él. No le gustan los cobarde’. 

 

Goizueta era especialmente sensible a la necesidad de ajustar a los miembros de su personal en los proyectos para los que estaban más dotados. ‘El ejecutivo jefe tiene la responsabilidad última de decidir lo que debe delegar y en quién -afirma-. Si eliges a la persona adecuada, al final todo será de color de rosa’.

 por Dr. Steve Simmons, MEASURING EMOTIONAL INTELLIGENCE, en www.inteligencia-emocional.org.

«La inteligencia emocional es dos veces más importante que las destrezas técnicas o el coeficiente intelectual para determinar el desempeño de la alta gerencia».

Daniel Goleman (Harvard Business Review)

 

» … Desde 1992, American Express Financial Advisors, con sede en Minneapolis, tiene en marcha un programa de entrenamiento en ‘Competencia Emocional’ para gerentes. Una de las metas es ayudarlos a convertirse en «asistentes emocionales» de las personas que dependen de ellos.

La capacitación contribuye a que los gerentes aprecien el papel que juega la emoción en el lugar de trabajo, y a que desarrollen una mayor conciencia de sus propias reacciones emocionales. Incluye entrenamiento en autoconocimiento, autoregulación, empatía y habilidades para las relaciones sociales. Lo interesante es que esas habilidades «soft» se traducen en resultados concretos.

Un estudio reciente determinó que los gerentes entrenados en esas habilidades hicieron crecer sus empresas a un promedio del 18,1 por ciento, comparado con el 16,2 por ciento de gerentes que no fueron capacitados. Esto significa un estimado de U$S 247 millones en incremento de los ingresos durante los 15 meses del período estudiado. Pam J. Smith, gerente del programa de ‘Competencia Emocional’, asegura que como resultado de esa iniciativa, la empresa también registra mayor retención de empleados y menor ausentismo. Smith dice que nadie es «enviado» al programa, y que tampoco se lo usa como terapia. Y añade que, incluso así, ayuda a solucionar problemas con gente conflictiva, y permite a los gerentes ver, por sí mismos, en qué casos causan o exacerban los problemas. A veces, eso es suficiente.

LIDERAZGO CON INTELIGENCIA EMOCIONAL = RESULTADOS POSITIVOS:

He aquí un contraste de liderazgos sumamente instructivo: Ronald W. Allen, ex director ejecutivo de Delta Air Lines, y Gerald Grinstein, que desempeñó el mismo cargo en Western Airlines y el ferrocarril Bulington Northern.

Grinstein, abogado de profesión, es un maestro para establecer entendimiento con sus empleados y utiliza esa afinación emocional para persuadir. Cuando asumió la dirección de Western Airlines, en 1985, la compañía estaba en dificultades; él pasó cientos de horas en pequeñas cabinas de vuelo, detrás de los mostradores y en los depósitos de equipaje, a fin de familiarizarse con sus empleados. La afinidad que construyó entonces fue crucial para que los trabajadores de la empresa aceptaran reducciones de sueldo e hicieran ciertas concesiones en cuanto a las normas laborales; a cambio, él sólo les prometió una compañía solvente, de la que ellos tendrían una mayor porción.

Con esas concesiones en la mano, Western Airlines aterrizó sólidamente en cifras positivas; pasados apenas dos años, Grinstein pudo venderla a Delta por 860 millones de dólares. En 1987 asumió la dirección de Burlington Northern, otra compañía que daba pérdidas, y nuevamente puso a funcionar su ‘magia interpersonal’. Hizo venir a la sede principal de Fort Worth, para que cenaran con él, a un grupo selecto de trabajadores de mantenimiento, secretarias y tripulaciones de tren. Viajó por los distintos ramales y dialogó con los empleados, mientras intentaba (exitosamente) convencerlos de que aceptaran sus planes para reducir costos.

Un íntimo amigo de Grinstein comentó de ese estilo gerencial: ‘Para ser duro no hace falta ser un cretino’. Aunque la empresa ferroviaria cargaba, al asumir él, con 3.000 millones de dólares en deudas, Grinstein invirtió la situación. Y en 1995, cuando Bulington Northern compró la Santa Fe Pacific, creó la red ferroviaria más grande de los EE.UU.

Ahora veamos a Ronald W. Allen, quien en abril de 1997 fue separado del máximo cargo ejecutivo por el directorio de Delta Air Lines, aunque la compañía estaba disfrutando de un récord de utilidades. Allen había ascendido por el escalafón hasta llegar a director ejecutivo en 1987; cuando él se hizo cargo del timón se estaba desregulando el tráfico aéreo. Su plan estratégico consistía en lograr una mayor competitividad internacional; en 1991 compró a Pan American World Airways, recientemente quebrada, para lograr acceso a sus rutas europeas.

Ese cálculo resultó erróneo: cargó a Delta con una enorme deuda, justo cuando el ramo veía caer en picada sus utilidades. Delta, que hasta entonces había sido redituable, se endeudó por 500 millones más en cada uno de los tres años siguientes a la adquisición de Pan Am. Sin embargo, no fue esa desastrosa decisión financiera la que le costó el puesto a Allen. Como reacción a los malos tiempos, el ejecutivo se convirtió en un jefe duro, casi implacable. Se hizo célebre por humillar a los subordinados regañándolos ante otros empleados.

Acalló la oposición entre los altos ejecutivos; hasta llegó a reemplazar al jefe de finanzas, la única persona que se había opuesto abiertamente a la adquisición de Pan Am. Otro alto ejecutivo (con quien Allen había competido por el puesto máximo) anunció que renunciaba para asumir la presidencia de Continental Airlines; se dice que Allen, como reacción, le exigió entregar inmediatamente las llaves del automóvil de la compañía, obligándolo a buscar otro modo de regresar a su casa.

Dejando a un lado esas mezquindades, el principal error de Allen fue su desalmada reducción de personal: eliminó 12.000 puestos de trabajo, más o menos un tercio del total de Delta. Algunos empleos eran ‘grasa’, sin duda, pero muchos otros constituían ‘los músculos, los tendones y los nervios’ de la organización. Esos grandes cortes produjeron una caída en los servicios al cliente, en otros tiempos envidiables. Las quejas contra Delta crecieron súbitamente hasta las nubes: desde suciedad en los aviones y demoras en los despegues hasta equipajes desaparecidos. Junto con la grasa, Allen había arrancado el espíritu de la compañía.

Los empleados se encontraban en estado de shock; la compañía nunca los había tratado tan mal. La inseguridad y el enojo eran los sentimientos dominantes. Aun después de acabar con el déficit, merced a los recortes, una encuesta efectuada entre los 25.000 empleados restantes reveló que continuaban escépticos y asustados; la mitad era hostil al liderazgo de Allen. En octubre de 1996, éste admitió públicamente que su draconiana campaña de economías había tenido efectos devastadores en la fuerza laboral de Delta. Pero su comentario fue: ‘Sea’. Y eso se convirtió en grito de batalla para las protestas de los empleados: en los uniformes de pilotos, aeromozas y mecánicos brotó por igual un distintivo con la leyenda: ‘Sea’. Cuando llegó el momento de renovarle el contrato, el directorio de Delta fue más allá de los números para observar la salud general de la empresa.

La reputación de Delta, en cuanto a las excelencias de su servicio, estaba manchada; los gerentes talentosos la abandonaban. Peor aún: la moral de los empleados estaban en un abismo. Por lo tanto, el directorio actuó; lo encabezaba nada menos que Gerald Grinstein. Allen, el hombre que, en la cumbre de su poder, había detentado los títulos de presidente, director ejecutivo y gerente general, fue despedido a la edad de 55 años, sobre todo por haber matado el alma de la empresa.

Las historias gemelas de Robert W. Allen y Gerald Grinstein demuestran que el arte del liderazgo no consiste en el cambio por sí solo, sino en la manera de implementarlo. Ambos pasaron por el doloroso proceso de reducir costos, pero uno lo hizo de un modo tal que permitió conservar la lealtad de sus empleados y su buen ánimo, mientras que el otro desmoralizó y apartó de sí a toda la fuerza laboral.

(Martha Brannigan y Joseph B. White, ‘Why Delta Airlines Decided IT Was Time for CEO to Take Off’, WALL STREET JOURNAL, 30-31 de mayo, 1997 ; Phyllis Berman y Roula Khalaf, ‘Sweet-talking the Board’, FORBES, 15 de marzo de 1993).

 

Por Daniel Goleman, en «LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA EMPRESA» Editorial Vergara.

 

Para tener en cuenta, cada vez que los otros te critican …

«Sólo aproximadamente el 10% de nuestra perturbación se relaciona con la experiencia presente. Al comprender la manera en que los sentimientos no resueltos del pasado emergen en forma periódica, resulta fácil comprender por qué podemos sentirnos tan heridos por nuestra pareja.

Cuando nos sentimos perturbados, cerca del 90% de la perturbación se relaciona con nuestro pasado y no tiene nada que ver con lo que pensamos que nos está perturbando.

En general, sólo aproximadamente el 10% de nuestra perturbación se relaciona con la experiencia presente. Veamos un ejemplo. Si nuestra pareja se muestra un poco crítica, puede herir nuestros sentimientos. Pero como somos adultos, somos capaces de comprender que no tiene la intención de ser crítica o quizá vemos que tuvo un mal día. Esta comprensión hace que su crítica no resulte demasiado perjudicial. No la tomamos en forma personal. Pero otro día su crítica es muy dolorosa. Ese día nuestros sentimientos del pasado están emergiendo. Como resultado de ello somos más vulnerables a la crítica de nuestra pareja. Duele mucho porque de niño fuimos criticados severamente. La crítica de nuestra pareja duele más porque pone en evidencia nuestro doloroso pasado. De niños no éramos capaces de entender que éramos inocentes y que la negatividad de nuestros padres era problema de ellos. En la niñez nos tomamos toda crítica, todo rechazo y toda culpa en forma personal.

Cuando emergen estos sentimientos no resueltos de la niñez, podemos interpretar con facilidad los comentarios de nuestra pareja como si fueran el producto de la crítica, el rechazo y la culpa. Mantener una conversación adulta en esos momentos resulta difícil. Todo es malinterpretado. Cuando nuestra pareja parece crítica, el 10% de nuestra reacción se relaciona con su efecto sobre nosotros y el 90% se relaciona con nuestro pasado.

Imagine que alguien golpea un poco su brazo o se da la cara suavemente contra usted. No duele mucho. Ahora imagine que tiene una herida abierta o inflamada y alguien comienza a golpearla y choca contra usted. Duele mucho más. Del mismo modo, si los sentimientos no resueltos están emergiendo, estaremos excesivamente sensibles a los golpes normales.

Al principio de una relación podemos no sentirnos tan sensibles. A nuestros sentimientos del pasado les lleva tiempo emerger. Pero cuando finalmente lo hacen, reaccionamos en forma diferente ante nuestra pareja. En la mayoría de las relaciones, el 90% de lo que nos está perturbando no resultaría perturbador si nuestros sentimientos no resueltos del pasado no emergieran».

John Gray

Tomado de http://www.inteligencia-emocional.org/

 

Por Manuel López Jerez

» …No me extraña que perdamos competitividad con respecto a otros países europeos. Dejando a un lado las cuestiones macroeconómicas, y parándonos a observar y analizar la cotidianeidad del mundo laboral, las sutilezas que influyen enormemente en la rentabilidad de las organizaciones, topamos con demasiadas caras serias, enfadadas, “cabreadas”.

Es necesario invertir mucha más energía para mantener una cara seria que relajar las tensiones musculares faciales. ¡Cuánta rentabilidad aporta una simple sonrisa! Debemos distinguir la máscara “sonrisita” de la auténtica alegría de trabajar que aflora en nuestro rostro, y de manera especial, en nuestros ojos. Cuando una persona trabaja con entusiasmo, sabiendo lo que aporta con su trabajo y sintiéndose valorada en el buen desempeño de sus funciones, es feliz, y esa felicidad irradia desde adentro hacia afuera.

Desde hace años muchas empresas, sabedoras del beneficio que aporta la sonrisa, invierten en crear ambientes saludables, alegres y enriquecedores para todos.

¿Por qué en algunos establecimientos nos sentimos cómodos, tranquilos, sin prisas, confiados en las manos que nos atienden?

Una simple sonrisa genera una excelente empatía, que nos acerca a consumidores y servidores. El asesoramiento estratégico, orientado a incrementar el beneficio de las empresas, aumentando y manteniendo la calidad de vida laboral, profundiza intencionadamente en cada uno de los rostros que aparecen en la escena organizacional.

La imagen corporativa de cualquier empresa, del sector que sea, puede beneficiarse o perjudicarse muchísimo por un rostro triste, serio, desmotivado. Con los datos que tenemos parece que va en aumento el número de rostros pálidos en detrimento de la cuenta de resultados de muchas empresas, y lamentablemente de la pérdida de calidad de vida laboral. Chirrían demasiados dientes en el actual panorama laboral de nuestro país. A mí me interesa mucho conocer a los “rostros pálidos”, a todos los miembros de la organización que no se sienten comprometidos con la misión de la empresa ni se identifican con la visión de los directivos. El acercamiento empático, sincero, transparente, hacia un rostro pálido, genera, desde mi punto de vista, una cultura corporativa orientada a la consecución de objetivos.

Cuantos más “rostros pálidos” transformen sus percepciones con respecto a la empresa y crezca en ellos la automotivación, la tribu de los “rostros alegres” aumentará y los departamentos de contabilidad cuantificarán sus beneficios. Las malas caras no sólo venden menos, también generan conflictividad y recelos dentro de la empresa.

Invirtamos en generar sonrisas corporativas que, como un virus, infecten toda la organización y transmitan al conjunto de la sociedad una excelente imagen corporativa».

Tomado de

http://www.sht.com.ar/archivo/Management/sonrisas.htm

(En www.capitalemocional.com)

Tragedia en Huelva por el asesinato de una joven a manos de su ex novio, que se quemó después.
» La abuela de la victima falleció de un infarto al conocer la noticia».

(Nota de prensa publicada en ABC, edición de Sevilla, el día 23 de octubre de 2004)

El Estrés no es una enfermedad pero, en su mayor expresión, puede acabar con la vida de una persona. No cabe la menor duda y los hechos narrados a continuación, irrefutables, nos pueden dar una clara muestra de tan fatal efecto.

En una ocasión leí el siguiente relato que el muy reconocido psicoterapeuta gestáltico argentino, Jorge Bucay, incluía en su libro EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS, a propósito de los duelos por muerte.

«Hace muchos años, mientras yo era practicante en la guardia médica del Instituto de Cirugía de Haedo, recibimos una llamada para atender una emergencia en una casa cercana al hospital.
Dos médicos, una enfermera, el camillero, el chofer y yo nos subimos con el equipo de resucitación necesario a la ambulancia y en menos de cinco minutos llegamos a una humilde casa del barrio.
Entramos al cuarto de la enferma, una mujer de unos 70 años en paro cardíaco. Lamentablemente no hubo mucho para hacer y pese a todas las maniobras confirmamos que el hecho era irreversible.
Con dolor le contamos a la hermana de la paciente, que estaba en el cuarto, que no había nada más que hacer y que íbamos a llevar el cuerpo al hospital para los certificados y trámites.
La señora salió del cuarto y le dijo a un señor que según nos enteramos después era el marido de la mujer fallecida:
– María murió
El hombre palideció. Se dejó caer en una silla de mimbre y dijo:
– Me quiero morir…

Esas fueron sus últimas palabras. Nada pudimos hacer los seis profesionales presentes, ni el equipo que traíamos, ni la posibilidad de trasladarlo de inmediato. El hombre dijo «me quiero morir» y se derrumbó. Dadas las condiciones de la muerte, se hizo una autopsia de su cuerpo que arrojó un resultado que todos preveíamos: Estallido cardíaco!. La muerte de su compañera le había ROTO EL CORAZÓN…literalmente»

A pesar de lo natural, incontrastable e inevitable de la muerte, ésta es una dolorosa experiencia. La abuela aludida en la prensa no tuvo el corazón suficiente para soportar la noticia y murió al conocerla, y como en el caso del hombre del relato, la muerte del ser querido precipitó la propia. Es lo que se conoce como síndrome del «corazón roto», la consecuencia más exagerada y definitiva que un suceso vital estresante puede producir.

El estrés emocional repentino, causado por ejemplo por la muerte inesperada de un ser querido, puede provocar una muerte súbita cardíaca o dar lugar a una debilidad grave del músculo cardíaco muy similar a la producida por el infarto de miocardio; Sin embargo, esta afección, reconocible como entidad nosológica, es un evento cardíaco provocado por estrés. Así que un poco de luz sobre lo esencial, lo que distingue al llamado síndrome del «corazón roto», ayudará a no confundir ambas patologías.

Esto que se conoce como miocardiopatía por estrés o, más popularmente, como síndrome del «corazón roto», en realidad se trata de un episodio producido por un incremento de la adrenalina y otras hormonas de estrés cuyo aumento afecta gravemente al corazón.

La respuesta fisiológica al estrés -modelo de adaptación hostil-ambiental- constituye uno de los mecanismos de supervivencia más sofisticados del cuerpo, y es que al igual que muchos animales, los seres humanos experimentan reacciones automáticas necesarias para la adaptación y supervivencia, como temblar cuando hace frío o eludir el dolor físico mediante un acto reflejo.

La reacción del cuerpo frente al estrés tiene lugar en forma de una compleja secuencia de cambios físicos, en la que también intervienen el cerebro y las glándulas suprarrenales. El cerebro evalúa una situación y «decide» si es o no estresante. En caso afirmativo, se activa la liberación de las «hormonas del estrés», cuyos efectos en el organismo son múltiples, por ejemplo, el ritmo cardiaco se acelera y los músculos se tensan preparándose para la acción.

En la bibliografía médica es fácil encontrar estudios que ponen de manifiesto que algunas personas pueden responder al estrés emocional súbito liberando grandes cantidades de catecolaminas -en especial adrenalina y noradrenalina- en el torrente sanguíneo, junto con otras sustancias y proteínas producidas por un sistema nervioso excitado. Esas sustancias pueden ser tóxicas para el corazón y producir síntomas similares a un infarto, como dolor torácico, fluidos en los pulmones, respiración corta e insuficiencia cardíaca.

Los clínicos estudiosos del tema en cuestión observan que la mayoría de los casos de «corazón roto» en sus hospitales corresponden a mujeres de mediana edad o edad avanzada, y dan cuenta de que estas pacientes presentan características clínicas distintas de los típicos casos de infarto de miocardio, puesto que la mayoría estaban previamente sanas y/o presentaban pocos factores de riesgo cardíacos. Por ejemplo, los cateterismos coronarios no mostraban las arterias ocluidas y los parámetros analíticos no indicaban signos típicos de infarto. Y lo que es más relevante, las resonancias magnéticas practicadas confirmaban que las pacientes no presentaban daño irreversible del músculo cardíaco y, además, su recuperación era mucho más rápida que en pacientes con infarto de miocardio.

En gran medida es la vulnerabilidad-estrés el factor determinante de las consecuencias en estos casos, y……… a veces, estas consecuencias pueden ser insuperables para la persona.

 
Manuel Sotillo Hidalgo

 

 

 

Les traigo a continuación un fragmento de un texto tomado de www.capitalemocional.com.

Su autor es Enrique Bravo, quien, humorísticamente, nos ilustra al propotipo de empleado en la empresa que, -desde el Coaching-, podríamos decir que carece de las competencias conversacionales básicas para PEDIR y OBTENER COMPROMISO … o RECOMPROMISO!!!…

Y llama a ésto la AUTODENEGACIÓN PREVENTIVA. Dice así: «… Este procedimiento de desmotivación es ideal para aquéllos que desean con vehemencia. Cuando una aspiración les sobrecoge el ánimo todo se polariza en su entorno, y vida, honra, trabajo y familia son vistos a través de la lente de ese deseo. Un propósito tan importante no puede ser confiado a cualquiera. Por tanto, no lo pide, para que no se lo denieguen. El autodenegador preventivo recorre los escalafones de la organización de forma errática. No pide lo que quiere. Sus demandas no encajan con sus auténticas aspiraciones, para no tener que confesarlas. Está seguro de que si pide lo que quiere no se lo van a conceder y no podría soportarlo. A cambio, prefiere un acercamiento mediato, unas maniobras envolventes que el considera astutas y que, dentro de mucho tiempo, pudieran desembocar en la consecución del gran objetivo.

Un día rompen y culpan a la organización de que no me lo diste, primero, y que no adivinaste lo que necesitaba después. Hay que afirmar que es un procedimiento de desmotivación excelente que puede conducir no sólo al distanciamiento sino, incluso, a la marginalidad.

El auténtico autodenegador preventivo no se deja ayudar ni por sí mismo. No precisa, además, del concurso de terceros. Es indiferente que la Empresa esté orientada o no al profesional. Puede sobrevivir en cualquier medio. Sólo necesita focalizar a un culpable, aquél que no sabe determinar lo que necesita y, por ende, se lo deniega.

La autodenegación, como la causa anterior, es una suerte de automortificación. Bastaría manifestar con asertividad lo que se desea y el procedimiento saltaría por los aires. Tal vez sea éste el principal achaque que se le ha de hacer: su fragilidad ….»

 

» …El poder de las pequeñas afrentas.
Las pequeñas afrentas que realiza la empresa tienen una gran
capacidad desmotivadora, pero precisan por parte del usuario una
dedicación importante. Ante la pequeña afrenta es preciso un doble
trabajo:
• Acrecentamiento. Debe engrandecerse en el ánimo todo lo
posible. Si, es un poner, te deniegan el permiso para asistir
a la boda de un amigo, deben alegarse todos aquellos días
en que prolongamos la jornada para sacar las castañas del
fuego a la Empresa, debe considerarse que algo así se le
concedió a un compañero años atrás, debe considerarse la
injusticia de la causa por la que se deniega o, simplemente,
la inexistencia de ésta. Es muy útil, al respecto, recurrir a la
persecución personal, como argumento.
• Almacenamiento. Nunca una golondrina hizo verano. Una
simple afrenta puede ser digerida sin relevancia a medio
plazo. Para evitar que la pequeña afrenta caiga en saco roto
es esencial mantener un registro indeleble en la memoria. La
denegación de una dieta de viaje, hoy, es sólo un jalón de
una historia de desencuentros que comienza hace quince
años cuando reorganizaron las mesas, que continúa el año
89, cuando nadie le felicitó la Navidad o, aún peor, cuando la
paga llegó dos días tarde.

Para lograr, por esta vía, un desánimo cabal es preciso, pues,
una dedicación importante a la introspección. Es preciso dedicar
muchas horas a la Empresa, pensando de forma creativa y recurrente
hasta sentir brotar la justa ira. Después es necesario recordar. Para
ello nada como, con pequeños elementos, constituir historias. Nada
queda aislado en sí mismo, sino que forma parte de un propósito
perverso y deliberado que se manifiesta de vez en vez.

En contra de este procedimiento de desmotivación hay que
decir que requiere un gran esfuerzo personal y aunque, como toda
automortificación, se puede practicar con gusto y dedicación, lo cierto
es que el esfuerzo se realiza, casi siempre, en el tiempo libre. Las
ventajas del desapego que se puede llegar a conseguir, pues, se
pierden en el esfuerzo. El practicante de esta línea no deja, nunca, de
pensar en el trabajo. Manifiesta una dedicación propia de la cúpula
directiva y consigue un conocimiento de la organización superior a la
de ésta. Se lleva el trabajo a la cama, termina hablando sólo por las
esquinas, como rumiante. Carga con su saco de afrentas al comprar
el pan, o le dedica su primer pensamiento del día.

Debe decirse, también en contra, que no es un procedimiento
autónomo de desmotivación, sino que requiere el apoyo de elementos
externos. Debe concurrir una Empresa que no cuide las formas, que
no considere al profesional lo más importante que, a la postre,
lesione los justos derechos. Si no se cuenta con este elemento es
muy complicado emprender este procedimiento de desmotivación …»

 

 ¿Trabajaste duro en casa, preparando la cena para tu familia, y luego, a la hora de comer, nadie te dijo siquiera «está rico?

¿Te hiciste cargo de todo el trabajo que te dejó tu compañero antes de salir de vacaciones, y a su regreso, ni siquiera te lo agradeció?

¿Estás acostumbrado a que te observen enseguida algún error tuyo, pero no te pasa lo mismo con tus aciertos?

 Todas éstas son típicas situaciones que adolecen de la Declaración del RECONOCIMIENTO…

El reconocimiento apunta a valorar al otro, a tener en cuenta no sólo su existencia, sino también lo importante y valioso que es para nosotros, y es fundamental que lo expresemos con palabras.

Frases como: yo te reconozco que sos … ó lo que yo más valoro de vos es… no son tan usuales ni mucho menos cotidianas, y hasta muchas veces es necesario que se dé una conversación especial, -del tipo de las que aclaran malentendidos-, para que ellas afloren, por el motivo que sea.

Tampoco es fácil escuchar la contrapartida de estas frases:  ¿qué es lo que vos valorás más de mí?  Y la dificultad se acrecienta, cuando de lo que se trata es del AUTORRECONOCIMIENTO, es decir, de la posibilidad de autorresponderse preguntas como:

 ¿Quién soy? ¿Qué me reconozco de mí mismo? ¿Cómo me dicen los otros que soy? ¿Tiene esto que ver con lo que quiero ser?

 Estas últimas, obviamente nos conectan con aspectos de nuestra propia identidad, que siempre se constituye, en definitiva, a partir de los otros y, -diríamos en la Ontología del Lenguaje-, de las conversaciones que mantenemos con los otros. Por tratarse de la IDENTIDAD, que en Psicología decimos que surge de un proceso de identificaciones con tantos otros, digamos que la cuestión del RECONOCIMIENTO y del AUTORRECONOCIMIENTO nunca es menor. No es lo mismo que formulemos una Declaración de este tipo o que no la formulemos, que la digamos o que la callemos, aún teniendo la oportunidad de decirla. Ya vimos desde varios artículos, cómo para la Ontología del Lenguaje, la palabra genera acción: si no reconocemos provocamos en el otro el resentimiento, y muy probablemente su alejamiento de nosotros, o que no esté disponible para ayudarnos cuando lo necesitemos nuevamente.

En el mejor de los casos, la relación puede desgastarse, perder sustento, y aparece entonces la INDIFERENCIA, estado de ánimo por cierto, creo yo, mucho más temido que el odio.

Y no confundamos la gratitud con el RECONOCIMIENTO: decir gracias cierra el circuito de un ofrecimiento del otro hacia nosotros, en cambio el reconocimiento es una aceptación de la existencia del otro. Por lo tanto, la declaración de RECONOCIMIENTO es uno de los vértices de nuestra estrella, y otro lo es la GRATITUD.

Lic. Mónica Silvia Reta

 

En www.coachingypsicologia.com.ar

Preguntas comunes pero nada inocentes!!!!!!!

Vayamos por partes …
Todos sabemos que nuestros afectos y emociones mueven montañas … Nuestros antepasados prehistóricos se valían de su miedo para sobrevivir, de su alegría para estar más unidos, de su ira para defender sus territorios, de su amor para procrear.
Hoy, en pleno siglo XXI, podemos darle un uso diferente a las emociones: para aclarar las intenciones, consolidar los vínculos entre miembros de un equipo, para motivar, y lo que no es menos importante, para aportar un significado personal a las horas que dedicamos a nuestro trabajo.
Justamente, la inteligencia emocional en nuestro entorno laboral nos permite aplicar nuestra conciencia y sensibilidad para discernir los sentimientos que subyacen en la comunicación con los otros y para resistir la tentación, tantas veces, de reaccionar de manera impulsiva e irreflexiva. En el contexto empresarial, podríamos rebautizarla entonces como “conciencia ejecutiva”, ya que tiene en cuenta, además, los factores que pueden conducir a una toma de decisiones satisfactoria y productiva: la rentabilidad, el mercado, la gestión del personal, y la política de la empresa, entre otros.
Mediante una suerte de “introspección emocional”, entonces, podemos meditar acerca de las emociones que nos surgen a cada paso en las decisiones que tomamos, adquirir mayor visión de lo que nos dará resultado a largo plazo, desarrollar la habilidad de obtener apoyo emocional de los otros cuando tengamos que resolver nuestras propias emociones negativas, y en definitiva, ponernos en el lugar del otro (ejercitar la empatía), y escucharlo mejor para poder comunicarnos y hacer mejor con él/ellos.
En definitiva, obtener apertura emocional en el trabajo, produce esencialmente dos beneficios: la revelación de los sentimientos sobre nosotros mismos, tales como la confianza en nuestras propias capacidades, y en segundo lugar, el apoyo auténtico de los demás, que acercarán a nosotros sus talentos e ideas productivas.

¿BENEFICIOSO PARA UN LÍDER?
La respuesta es más que obvia, sobre todo si se entiende que este tipo de liderazgo es el único que tendrá futuro en las organizaciones.
Ahora bien, desde el Coaching Ontológico, las posibilidades de ajustar y perfeccionar este proceso de “toma de conciencia y aprendizaje sobre las emociones”, como a mí gusta llamar a la Inteligencia Emocional, es enorme. Y baso esta apreciación mía, en la idea de que los seres humanos somos un sistema de emociones, cuerpo y lenguaje. Lo que nos ocurra en cualquiera de estos dominios nos afectará indefectiblemente en los otros. Ello nos invita, justamente, a intervenir en forma simultánea en los tres para asegurar que las transformaciones producidas en uno de ellos se encuentren con cambios que les sean coherentes, en los otros. Por ejemplo, no basta introducir un cambio en la emocionalidad en la que se encuentra una persona, si el tipo de conversaciones que tiene, es coherente con la emocionalidad del pasado.
Por ello el proceso de Coaching es integral: a nivel de las emociones, del cuerpo y del lenguaje, y apunta a que la persona que lo recibe (el coachee), pueda convertirse en un observador diferente.
El objetivo fundamental de este proceso, en definitiva, es mostrarle su poder de acción como persona, en relación al mundo y a las circunstancias que percibe, propendiendo a estabilizar y sostener cambios generativos en los tres dominios, que apunten siempre a resultados buscados, en cualquier área de la vida.
En próximos artículos veremos cuáles son los pasos específicos de un Coaching desde el foco de las emociones: especificar cuál es la emoción que se experimenta en cada situación a trabajar, modificar juicios e interpretaciones que sostienen emociones negativas, rediseñar estados de ánimo, rediseñar las acciones para generar otras emociones, hacer un proceso de aprendizaje en cascada o escalera, y obtener retroalimentación de acciones en curso.

 

Lic. Mónica Reta.