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La teoría de la Espiral del Silencio, tiene sus orígenes en la política y la comunicación. Hace hincapié en el estudio de la opinión pública como una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no.

Esta teoría plantea fundamentalmente que las personas por temor a ser aisladas por exponer sus verdaderas opiniones, se someten a la opinión mayoritaria. En este marco plantea que la principal fuente de información son los medios de comunicación y estos definirían el clima de opinión sobre los asuntos de que se traten.

Según Noelle-Neumann, un clima de opinión actúa como un fenómeno de contagio ya que la opción mayoritaria se extiende rápidamente por toda la sociedad. En su libro, la autora alemana expone dos ejemplos de climas de opinión. El primero se ubica temporalmente en el año 1965, cuando la Democracia Cristiana ganó las elecciones en el último momento gracias al surgimiento de un nuevo clima de opinión favorable a este partido. En 1972 se invirtió la tendencia. Ganaron los socialdemócratas gracias al clima de opinión favorable creado por la buena acogida de la Ostpolitik de Willy Brandt por parte de la población alemana.

La Espiral del silencio se formula en una época en la que la televisión es ya un relevante medio de comunicación masivo. Por eso, Noelle-Neumann entiende que la televisión fue el medio de comunicación que ayudó a consolidar los climas de opinión. En palabras de la autora: “el resultado es un proceso en espiral que incita a otros individuos a percibir los cambios de opinión y a seguirlos hasta que una opinión se establece como la actitud prevaleciente, mientras que la otra opinión la rechazarán todos, a excepción de los duros de espíritu, que todavía persisten en esa opinión. He propuesto el término espiral del silencio para describir este mecanismo psicológico”.

El fenómeno es calificado de espiral de silencio porque la lógica de fondo que se sostiene es que cuanto más se difunde la versión dominante por los medios, más guardarán silencio las voces individuales contrarias, con lo que se produce un proceso en espiral. Unos conducen a la opinión mayoritaria y otros se silencian.

Parece extraño pensar hoy en un sistema de espiral como se planteaba en esa época. En la actualidad contamos con herramientas que nos permiten, a través de la web 2.0, participar activamente con artículos o comentarios que nos habilitan a expresar nuestras ideas libremente. Pero como no todos los ambitos son iguales, es interesante recordar esta teoría ya que a veces se puede ver reflejada en modelos de empresa.

Creo que de todos modos hay que entender esto desde una perspectiva amplia, sociológica y psicológica a la vez: la opinión pública, como fenómeno de masas, es producto de una identificación colectiva. En otras palabras, el pensamiento “se moldea” desde el otro. O acaso hay algo más cómodo para el ser humano que pensar “parecido a los demás”?

La identificación con las ideas del otro, sencillamente me acerca al otro, me hace simpatizar con él, me genera un sentimiento de pertenencia a su grupo social, hasta me hace sentir reconocido por él.

Entonces … pensar en términos propios de un partido político o de otro será lo que la mayoría de la gente haga por empatía, por identificación, por necesidad de identidad. Si la mayoría piensa de determinada manera, el “instinto” me llevará a adoptar ese pensamiento común.

Pensar diferente no sólo implica animarse a diferenciarse, sino también a correr el riesgo de ser señalado como diferente, con todos los beneficios, pero sobre todo con todos los perjuicios que ello me puede acarrear. Es cierto que hoy en día el pensamiento diverso, heterogéneo, alternativo, está mucho más aceptado socialmente. De hecho, la diversidad de medios de comunicación de que disponemos favorecen esa diversidad en sí misma. Pero no por ser aceptado, el pensamiento diferente deja de tener consecuencias, y no sólo en el plano intelectual … puede tener consecuencias políticas, religiosas, económicas o del tipo de ideología de que se trate.

En las empresas, por ejemplo, el pensar diferente puede implicar desde el hecho de no poder reunirme con mis compañeros para almorzar, -porque cualquier espacio en el que estemos en contacto por algo distinto a la tarea misma, termina en alguna discusión por nuestras ideas enfrentadas-, hasta ser despedido por incurrir en conductas propias de mi forma de pensar, que no son bien vistas dentro de la organización.

En definitiva, la presión que ejerce “el espiral de la opinión pública” es tenaz y casi nunca conciente, persiste aún con la voluntad deliberada de la participación democrática, atrapa y convence, moldea identidades, tanto individuales como organizacionales, y por supuesto, las conduce tanto al éxito como al fracaso …!!!!