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¿Estás satisfecho con tu propia vida?

¿Qué más querés conseguir?

¿Qué te parece que obtendrías con eso, que sería más importante aún que eso en sí mismo?

¿Qué querés conseguir realmente si buscás en lo más profundo de tu ser?

¿Qué te lleva a creer que satisfacer tu deseo superficial te llevará a satisfacer tu deseo más profundo?

Preguntas muy «medulosas» todas. Lo cierto es que, movidos por el deseo, los seres humanos construímos el mundo, nuestro mundo … El deseo, -concepto pilar de toda la disciplina psicoanalítica-, se define así como aquello que motoriza la vida humana.

Vamos precisamente, detrás de lo que nos falta. En realidad, así se define el deseo, por la carencia. Y en cuanto algo de esto encontramos, inmediatamente reanudamos la búsqueda … por otra cosa.

Difícilmente los seres humanos podamos quedarnos en el “no desear”, pues simplemente esto equivale al “no vivir”

Esta es la visión occidental que ha impregnado toda nuestra formación y cultura “psi”, al menos desde el nacimiento del psicoanálisis.

La perspectiva de la filosofía oriental, por el contrario, “ilumina” el deseo como proceso de búsqueda que en sí mismo genera satisfacción.

El sistema del tantra, por ejemplo, que utiliza la energía del deseo, se enfoca en las experiencias de placer ordinario como recurso para lograr la experiencia placentera suprema de la totalidad o Iluminación. Para entender esto, solamente hay que pensar en la respuesta a esta pregunta:

¿Cómo podés disfrutar, cada vez más, de las cosas que comúnmente te dan placer? Es decir, cómo podés vivir el placer de las cosas ordinarias, para hacerlas cada vez más placenteras?

En este sentido, experimentar cada vez más el verdadero placer por lo que se hace, es el camino para la sensación de disfrute a la que se llama Iluminación. Iluminación que no es más que la claridad de la armonía, la satisfacción que emerge del interior del individuo y la ausencia de conflicto consigo mismo o con el mundo exterior.

Mantener la mente continuamente en una condición tan feliz y apacible como sea posible, en vez de quedarnos en estados de ánimo como el aferramiento, la insatisfacción y la confusión por lo que no tenemos, es la lógica de esta filosofía de origen hindú.

Por supuesto esto implica un hábil control de nuestras energías físicas y mentales, sin rechazar nuestras experiencias cotidianas, y desarrollando con ellas formas de felicidad y gozo cada vez mayores. Por ejemplo, seguramente te hace muy feliz jugar con tu equipo deportivo el partido que tanto esperaban, pero el camino hasta ese momento, el entrenamiento, las reuniones con el coach, la negociación con el otro equipo por la fecha del encuentro, y todo lo que se te ocurra que implica el recorrido hasta llegar a ese día, tienen que ser en sí mismas, experiencias de satisfacción tanto en la espera de que ocurran, como en la efectiva vivencia que tengas de cada una de ellas, cuando sucedan.

El dicho de que “muchas veces se disfruta más en tránsito que en destino”, sería el que sin lugar a dudas, cabe aplicar aquí.

Y el Coaching sale, en este punto, ni más ni menos que al encuentro de la postura tántrica, al traernos la PERCEPCIÓN del ser humano como punto de partida inigualable para enfocarnos en aquello que nos sucede, e interpretar cómo queremos que eso ocurra, y vivirlo tal cuál nuestro deseo nos lo indica.

Cualquier otra experiencia con el otro puede ser percibida como una experiencia de gozo y felicidad común, que nos ilumina como seres humanos!
Por eso siempre decimos, desde el Coaching, que EL SER HUMANO SE HACE A PARTIR DEL LENGUAJE. Después de todo, SOMOS LO QUE INTERPRETAMOS, VIVIMOS LO QUE PERCIBIMOS, Y SENTIMOS DE ACUERDO A LO QUE PERCIBIMOS.

Lo importante no es el afuera en sí mismo, sino la satisfacción que percibas y sientas con eso que te pasa, venga del afuera o sea sólo un estado interno tuyo, o lo que es más común, una combinación entre ambas cosas.
Hacé de tu vida cotidiana, -y no de los hechos extraordinarios-, lo mejor que te pueda pasar, y así estarás realmente viviendo el presente!!!

 

Lic. Mónica Reta

En www.coachingypsicologia.com.ar

Hace un par de años hice mi iniciación tántrica … un curso para adentrarse en la milenaria disciplina del Tantra, dictado en pleno corazón de Buenos Aires, por Ossy, verdadero maestro e «iluminador» en la materia, si se me permite un término con un sentido muy clave para esta filosofía: la iluminación.

¿Qué me dejó esta iniciación? Una satisfactoria renovación de mis propias energías y una idea, por cierto muy iluminada (clara, cierta, plena) también, de las profundas coincidencias entre el Tantra, el psicoanálisis y el Coaching Ontológico …

“Somos seres trascendentalmente bellos …” frase tomada de la filosofía tántrica que no hace más que apuntar a la percepción que todos nosotros podemos tener, cada uno, de nosotros mismos. Y percibirnos de este modo nos permitirá conectarnos con la perfección de lo que sentimos, vemos, oímos, tocamos y en definitiva, experimentamos con cada uno de nuestros sentidos. Y aquí hago un punto para traer una reflexión: cuántas veces decimos, desde el Coaching, que percibimos de acuerdo a nuestros propios modelos mentales, a los “anteojos” con los que miramos el mundo???

Entonces, si te percibís como limitado e insignificante, tus experiencias con los otros y con el mundo, también lo serán. Este es uno de los secretos que el Tantra nos trae: lo importante es percibirse y pecibir, sentirse y sentir en una dimensión de satisfacción y goce, que te permita realmente experimentar esa satisfacción, en lugar de ver sólo frustración e insatisfacción … y terminar sintiendo que a cada paso es eso mismo lo que “encontrás”, y nunca cambia la cara de la moneda!!!

Si yo soy (me considero, me veo como) un ser maravilloso, mis experiencias con los otros … también serán maravillosas!!! Por si no lo recordabas, desde el C.O decimos además que, de acuerdo a cómo percibimos, actuamos … ¿casualidad o coincidencia de fuentes de saber? Y tenelo en cuenta. Si te percibís autolimitado … es muy difícil que encuentres caminos de éxito!!!

Lic. Mónica Reta.