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El Estado de Meditación es una capacidad del cuerpo científicamente definible que se caracteriza por:

  • una reducción general del metabolismo,
  • una disminución de la presión sanguínea, del ritmo respiratorio y cardíaco,
  • la emisión de ondas cerebrales más nítidas y más lentas y
  • la generación de sustancias químicas o drogas endógenas como consecuencia de la disminución de la actividad del sistema nervioso simpático y del aumento de la actividad del sistema nervioso parasimpático.

Por lo expresado, consideramos a la meditación como un antídoto ante el estrés (tensión, ansiedad, fobias, etc.).

El organismo entra en un estado de reposo profundo, incluso más que durante el sueño normal. Este reposo del cuerpo otorga una mayor lucidez, la mente se libera de las limitaciones del organismo y queda libre para expandirse hacia nuevos horizontes.

Contrariamente a lo que solemos suponer, la meditación no significa concentrarse o enfocar la atención sobre un problema o conflicto para poder obtener una solución sino que es un estado en que se logran apagar los pensamientos conscientes de manera que podamos percibir fuentes de información más sutiles, es decir, acceder a niveles más profundos de nuestra mente.

Al estado de meditación también se le llama estado alterado de consciencia, estado de trance, estado de no mente, o mente divina. A través de él, muchas personas logran alcanzar una experiencia de lo divino o experiencia de trascendencia.

En http://fundacionsalud.org.ar/meditaciones.php

 

Te propongo un ejercicio sencillo. Casi siempre hablamos de lo que sentimos: hablamos. Hablamos de nuestras emociones … Pero no tantas veces, expresamos eso mismo con el cuerpo.
El ejercicio te pide que trabajes con un compañero, alguien a quien también le interese explorar su imagen corporal, para ver «cómo se ve ante los otros», y qué cosas que aún no registra, está dejando entrever con su cuerpo.
Elegí alguna emoción que experimentes repetidamente y que te resulte negativa, que te cause molestias, te quite energías, te disguste. Para algunos puede ser el enojo, la bronca, para otros el miedo, quizás algunos opten por los celos, habrá quien elija la tristeza, entre tantas otras.
Ahora te invito a que corporalices esa emoción, es decir, que la expreses con tu cuerpo, cómo sentís esa emoción, sólo con tu cuerpo, y sin ninguna palabra, y le muestres esa postura a tu compañero.
Ahora, vas a contestarle las siguientes preguntas a tu compañero:

¿Cómo sentís esa postura en tu cuerpo?

¿Qué gestos habitualmente te aparecen frente a esta emoción? (Verbalizalos y también mostráselos a tu compañero desde el cuerpo)

¿Cómo sentís tu respiración?
Ahora tu compañero va a tratar de imitarte, y vos sólo vas a observarlo.

Ahora contestale a tu compañero estas preguntas:

¿Te sentís identificado con su postura?
 ¿Qué acciones tenés disponibles hacer, con esta emoción y esta disposición corporal?
¿Qué acciones no tenés disponibles hacer, desde aquí, que sin embargo te gustaría  hacer o te haría sentir más poderoso?
Entonces tu compañero te sugerirá algunas cuestiones desde su disposición corporal, para lograr el cambio que vos deseás. Sea pasar del enojo a la alegría, del miedo al control, de la ansiedad al equilibrio, o lo que sea. Vos vas a imitarlo en estos cambios en la disposición corporal que él/ella te sugiere.
Y aquí tendrás que contestar una última pregunta:

Desde esta nueva corporalidad:

¿sentís que podés tener otras emociones, otras acciones disponibles, otro poder de “hacer” en tu vida?

Conclusión???????

  • En principio quiero mostrarte algunas cosas tan sencillas como placenteras:

Con nuestro cuerpo hablamos, nos comunicamos con el otro, “delatamos” lo que sentimos y/o pensamos, aún sin decirlo. Observarnos, con la ayuda de otro, autoobservarnos, nos permitirá introducir cambios, en posturas, gestos, reacciones, etc, que, desde esa misma “disposición corporal”, también generará cambios en los otros dos dominios de nuestro ser: el emocional y el del lenguaje.

Por ej, cambiar una postura crispada, de angustia o enojo, por otra más relajada, nos inducirá a sentirnos más tranquilos, armónicos y liberados de tensiones, con lo cuál esas emociones de angustia y enojo cambiarán por otras más relacionadas con el optimismo y la alegría.
Y con ello, nuestras conversaciones serán seguramente más distendidas, tendientes a escuchar las inquietudes del otro, antes que a imponer las nuestras, y a proponer otras formas de mirar y enjuiciar aquello que nos interesa en común, sin pelearnos por el propio punto de vista de cada uno.

Recordemos que somos una coherencia CUERPO-EMOCIONES-LENGUAJE, y que todo aquello que nos produzca bienestar o malestar en cualquiera de los tres dominios, también puede hacerlo en los otros dos.
Por tanto: CUIDEMOS CADA UNO DE ELLOS.

  • También te quiero traer algunos “buenos hábitos” para empezar por el cuerpo:

-Respirar con profundidad: cuando sentimos que una emoción nos agobia, cuando estamos ante una situación de tensión o de mucha exigencia, cuando estamos exhaustos y necesitamos fuerzas para seguir … Y también cuando estamos realizando, simplemente, nuestra actividad habitual.
La idea es percibir hasta dónde llega el oxígeno que estamos incorporando, cuán profunda es la respiración que estamos teniendo … percepción poco común mientras estamos ocupados en otra cosa.
Ejercitar concientemente y diariamente la respiración profunda reconecta, realimenta y produce una sensación de firmeza y seguridad.

-Observar nuestro eje transversal: hombros y brazos. Registrar cuál es su postura, si están rígidos, caídos hacia adelante, como agobiados, o por el contrario hacia atrás, como buscando plenitud y soltura. Aflojémoslos, y encontremos su punto de equilibrio.

-Observar nuestro eje vertical: empezando por la cabeza y el cuello. Estos son centro de múltiples dolores y contracturas
¿En cuántas direcciones podemos moverlos sin sentir dolor?
¿Cuántas tensiones, presiones y exigencias de toda índole han soportado, sin encontrar un tiempo de descanso?
Cada día, lo ideal es tomarse un momento para cerrar los ojos y visualizar dónde percibimos ese dolor o contractura, y no sólo hacer los ejercicios habituales de rotación y estiramiento, sino también aliviar la zona, en reposo, apartando los pensamientos habitualmente ligados a lo que nos produjo tensión y presión durante el día. Imaginar que liberamos ese espacio del cuerpo del dolor o inflamación, es decir, hacer una breve visualización interna del mismo.

Nuestras piernas y pies:

¿Cómo caminamos y apoyamos nuestros pies sobre el suelo? Lo hacemos con seguridad y firmeza? O sólo erráticamente?
Sentimos a veces pesadez y agobio en nuestros miembros? Podemos relacionar estas sensaciones con la apatía, el aburrimiento y hasta el hastío que nos puede generar la situación que estemos viviendo?

¿Cómo harías para caminar con mayor seguridad y liviandad?

Observá la flexión de tus rodillas, observá tus pisadas.

Observá tu postura al pararte. Estás inclinado hacia delante, como tomando distancia del mundo? Que observás de nuevo, cuando te enderezás y recuperás el equilibrio?
LO FUNDAMENTAL PARA TODOS ESTOS EJERCICIOS Y OBSERVACIONES:

Que los hagas con la idea de que tu cuerpo es una extraordinaria FUENTE DE PODER:  a partir de él, te podés disponer a percibir y sentir el mundo de formas diferentes a las habituales,

CON MÁS PROBABILIDADES DE ENCONTRARTE CON MAYOR BIENESTAR  Y CALIDAD DE VIDA.

Lic. Mónica Silvia Reta